martes, 19 de enero de 2010

16. JESÚS ME INVITA A SER UN AGENTE DE RESTAURACIÓN EN UN MUNDO ROTO IX. MUESTRA TU AMOR



Antes de proceder a la lectura de esta entrada quiero pedirte que tomes un tiempo para hablar con Jesús. Pídele que hable a tu vida por medio de lo que vas a leer. Pídele que te muestre que implicaciones tiene para ti como agente de restauración y qué pasos prácticos deberías de dar como respuesta a lo que Jesús te enseñe.

Estábamos hablando de buenas razones para compartir con otros la buena noticia de que Dios quiere restaurar a los seres humanos. Vimos que una de las razones es que Jesús nos invita a unirnos a Él en este esfuerzo, otra era que las personas no tienen futuro sin Dios.

Hoy te invito a que nos acerquemos a una nueva razón:


EL AMOR A LAS PERSONAS NOS MOTIVA A COMPARTIR LA BUENA NOTICIA

En la década de los veinte del pasado siglo Alexander Fleming descubrió de forma accidental lo que es conocido como la penicilina. Este doctor de origen escocés fue médico militar durante la primera guerra mundial en los frentes de combate de Francia.

Esta experiencia le impactó grandemente, especialmente al comprobar la gran mortalidad que se producía por las heridas infectadas como consecuencia de la metralla.

Finalizada la guerra, regresó al Hospital St. Mary donde buscó intensamente un nuevo antiséptico que evitase la dura agonía provocada por las heridas infectadas.

Al principio, el descubrimiento de Fleming no llamó la atención y muchos investigadores pensaron que carecería de interés y que únicamente serviría para curar infecciones menores.

Fue precisamente durante la segunda guerra mundial que el interés aumentó y con la ayuda de capitales norteamericanos pudo desarrollarse lo que hoy conocemos como la penicilina.

Lo interesante es que Alexander Fleming nunca patentó su descubrimiento a pesar de que ello podría haberlo convertido en inmensamente rico. Consideró que la falta de patente ayudaría a un mejor desarrollo de medicamentos que pudieran paliar los muchos males que azotaban a la población mundial. En 1945 recibió el Premio Nobel de Medicina.

¿Qué debió motivar a Alexander Fleming a no patentar su descubrimiento? Mi opinión personal es que lo hizo por amor a la gente. Amor es un acto consciente de la voluntad de buscar el bien del otro.

¿Qué harías si descubrieras la vacuna contra el SIDA o el cáncer? ¿Te guardarías el descubrimiento para ti solo? ¿Lo compartirías? ¿Tratarías de hacer negocio e enriquecerte? ¿Optarías por ayudar a aquellos que se encuentran en necesidad?

La Biblia nos indica que el amor fue lo que motivó a Dios para buscar nuestra restauración. Lee estos dos fragmentos:

Tanto amó Dios al mundo, que no dudó en entregarle a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. (Juan 3:16)

Pues bien, Dios nos ha dado la mayor prueba de su amor, haciendo morir a Cristo por nosotros cuando aún éramos pecadores. (Romanos 5:8)

Jesús, a quien seguimos, también estuvo motivado por su amor e interés por las personas y sus necesidades. Fíjate en esta historia que cuenta Marcos:

Uno de los maestros de la ley que había escuchado toda la discusión, la ver lo bien que Jesús les había respondido, se acercó a él y le preguntó: -¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?

Jesús le contestó: -El primero es: Escucha Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas.

Y el segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que estos.

El maestro de la ley contestó a Jesús: -¡Muy bien, Maestro! Es cierto lo que dices: Dios es único y no hay otro fuera de él. Y amar a Dios con todo nuestro corazón, con todo nuestro entendimiento y con todas nuestras fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios. (Marcos 12:28-33)

Jesús afirmó que después de amar a Dios no hay nada más importante que amar a nuestro prójimo. Recuerda, amar es buscar de manera intencional el bien del otro. No olvides que el amor es mucho más que sentimientos, es ante todo un acto de la voluntad.

Hemos visto anteriormente que hay muchas maneras de buscar el bien del otro –siendo pacificadores, perdonando, mostrando sensibilidad hacia sus necesidades emocionales, físicas, materiales, no desentendiéndonos, etc.-, compartir la buena noticia del deseo de Dios de reconciliarse con el ser humano y restaurarlo es otra de ellas.

Párate y piensa en las personas que hay en tu círculo cotidiano. Habla con Jesús acerca de ellas. Pídele oportunidades para poderles ayudar en sus necesidades. Se sensible cuando tengas la oportunidad de compartir la buena noticia y no te desentiendas.

¿Qué pasos prácticos piensas que Jesús te pide que hagas respecto a lo que has léido?