lunes, 8 de diciembre de 2008

5. JESUS RESTAURA LA RUPTURA EN MI RELACIÓN CON DIOS II. INOCENTE, LIBERADO Y ADOPTADO COMO HIJO


Jesús explicó de forma gráfica y narrativa cómo Dios restauró la ruptura en nuestra relación con Él. El hijo regresa a casa y es recibido, perdonado, aceptado y restablecido en su condición filial.

Otras partes de la Biblia explican esta restauración de una manera más conceptual. Es cierto que no tienen la fuerza narrativa de la historia que Jesús explicó, sin embargo, usan imágenes muy poderosas que trataré de explicarte.

EL CONDENADO

  • Declarados justos por medio de la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. (Romanos 5:1)
Pablo, el seguidor de Jesús, escribe a las comunidades cristianas que se reunían por las casas en la ciudad de Roma, capital del Imperio. Usa esta frase -que puedes leer en su contexto original- para explicar cómo Jesús ha restaurado la ruptura en nuestra relación con el Padre.

Es muy interesante la expresión que usa declarados justos. Es un término extraído del vocabulario jurídico de la época y tiene una fuerza gráfica tremenda.

La idea es que hemos sido llevados ante un tribunal. Los cargos contra nosotros han sido presentados. El fiscal ha construido su caso. La defensa, el suyo. Ha llegado el momento de dictar sentencia y el juez nos declara justos, es decir, en el lenguaje actual, no culpables.

Hemos sido declarados inocentes y, por tanto, libres de toda culpa y, consecuentemente, como indica Pablo, en paz con Dios. Si recuerdas, fue la culpa lo que llevó a Adán y Eva a esconderse de la presencia de Dios en el jardín de Edén. Ahora, no hay más necesidad para continuar escondiéndonos de Dios, somos inocentes, no hay culpa, ha sido perdonada y el tribunal nos ha declarado ¡Justos!


EL ESCLAVO

  • Debéis saber que habéis sido liberados de la estéril situación heredada de vuestros mayores, no con bienes caducos como son el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, cordero sin mancha y sin tacha. (1 Pedro 1:18-19)
En este ocasión es Pedro, otro de los primeros seguidores de Jesús, quien escribe y también usa otra figura con mucha fuerza gráfica, la del mercado de esclavos. El lenguaje que usa el escritor está lleno de los términos que se usaban para las transacciones en cualquiera de los innumerables mercados de esclavos que existían en el mundo romano.

Pedro indica que Jesús fue al mercado, hizo la transacción legal de pagar el precio que el traficante exigía y nos concedió la libertad. Este acto jurídico recibía el nombre de redención. Quién pagaba el precio era el redentor y, el precio pagado era denominado rescate.

Nada de lenguaje religioso, todos los términos son sacados del mundo comercial. Jesús es nuestro redentor, pagó el precio o rescate para nuestra liberación y ese precio, como indica Pedro, fue altísimo, nada de oro o plata, sino su propia vida, su sangre derramada para restaurar nuestra ruptura.


EL ADOPTADO

  • Pero a cuantos lo recibieron [Jesús] y creyeron en él, les concedió el llegar a ser hijos de Dios. Estos son los que nacen no por generación natural, por impulso pasional o porque el ser humano lo desee, sino que tienen por Padre a Dios. (Juan 1:12-13)
  • Los que se dejan conducir por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios. En cuanto a vosotros, no habéis recibido un Espíritu que os convierta en esclavos, de nuevo bajo el régimen del miedo. habéis recibido un Espíritu que os convierte en hijos y que nos permite exclamar: "¡Padre!". Y ese mismo Espíritu es el que uniéndose al nuestro da testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos con Cristo... (Romanos 8: 14-17)
  • Pero, al llegar el momento cumbre de la historia, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo el régimen de la ley, para liberarnos del yugo de la ley y alcanzar la condición de hijos adoptivos de Dios. Y prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado el Espíritu de su hijo a vuestros corazones: y el Espíritu clama ¡"Papá"!. Así que ya no eres esclavo, sino hijo. Y como hijo que eres, Dios te ha declarado también heredero. (Gálatas 4:4-7)
Juan y, nuevamente Pablo, usan otra figura gráfica que nos trae recuerdos de la historia contada por Jesús. Dios nos ha convertido en sus hijos y herederos. La fractura ha sido restaurada y hemos sido elevados desde la categoría de enemigos y en rebelión abierta contra Dios a la de hijos y herederos. Hemos sido elevados al mismo nivel en que Jesús está, por eso la Biblia dice que Él, es el hermano mayor de todos nosotros.