sábado, 28 de febrero de 2009

10. JESÚS ME INVITA A SER UN AGENTE DE RESTAURACIÓN EN UN MUNDO ROTO III. VENCER CON EL BIEN AL MAL



Pablo, el apóstol y seguidor de Jesús nos ofrece más consejos prácticos acerca de cómo podemos colaborar con Dios en su tarea de restaurar el universo a lo que pretendió que fuera y el pecado impidió.

DESARROLLAR EL CARÁCTER DE UN RESTAURADOR

El pasaje que podrás leer a continuación fue escrito por Pablo a los cristianos que se reunían en la antigua ciudad de Efeso, en la provincia romana de Asia, ubicada en la actual Turquía. En este pasaje el apóstol indica características que un agente de restauración debe desterrar de su vida y otras que debe esforzarse por cultivasr. Cuando leas el pasaje comprobarás que es eminentemente práctico.

Nada de acritud, rencor, ira, voces destempladas, injurias o cualquier otra suerte de maldad: desterrad todo eso. Sed, en cambio, bondadosos y compasivos los unos con los otros, perdonándoos mutuamente como Dios os ha perdonado por medio de Cristo. (Efesios 4:31 y 32)

Piensa en tu vida personal ¿Qué características rigen tu relación con tu entorno? ¿Actúa tu vida como agente de restauración o como agente de ruptura?

LA SIMPLE ESTRATEGIA DEL RESTAURADOR

El siguiente pasaje para tu consideración lo escribió Pablo a la comunidad cristiana que se reunía en Roma, la capital del Imperio Romano. Desde el principio mismo del cristianismo se desarrolló una viva y activa comunidad en aquella violenta y decadente ciudad. Las crónicas que nos han llegado de la antigüedad nos hablan de la violencia y dureza de la vida en la llamada caput mundi, la cabeza del mundo.

Es a cristianos que vivían en aquel contexto que el apóstol les escribe la estrategia para convertirse en agentes de restauración. Lee el pasaje.

Solidarizaos con las necesidades de los creyentes; practicad la hospitalidad; bendecid a los que os persiguen y no maldigáis jamás. Alegraos con los que están alegres y llorad con los que lloran. Vivid en plena armonía unos con otros. No ambicionéis grandezas, antes bien poneos al nivel de los humildes. Y no presumáis de inteligentes. A nadie devolváis mal por mal. Esforzaos en hacer el bien ante cualquiera. En cuanto de vosotros dependa, haced lo posible por vivir en paz con todo el mundo. Y no toméis la justicia por vuestra mano, queridos míos; dejad que sea Dios quien castigue, según dice la Escritura: A mí me corresponde castigar; yo daré a cada cual su merecido –dice el Señor- A ti en cambio te dice: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed dale de beber. Así harás que su cara enrojezca de vergüenza. No permitas que te venza el mal. Antes bien, vence al mal a fuerza de bien. (Romanos 12:13-21)

Las últimas palabras de Pablo son especialmente poderosas. Cada vez que hacemos el bien, por pequeño que este pueda aparecer, el mal retrocede. Cada acto de bondad impacto un universo roto del mismo modo que una llama, por pequeña e insignificante que sea, rompe, aunque simplemente lo haga de forma momentanea, la oscuridad.

Piensa de forma especial en las últimas palabras de Pablo ¿Qué significaría en tu experiencia actual el vencer al mal a fuerza de bien?


9. JESÚS ME INVITA A SER UN AGENTE DE RESTAURACIÓN EN UN MUNDO ROTO II. AMAR Y PERDONAR


Vamos a seguir viendo maneras prácticas y efectivas en que podemos ser agentes de restauración en un mundo roto y colaborar con Jesús en la tarea de restaurar el universo.

AMANDO AL ENEMIGO

De nuevo las palabras de Jesús nos ofrecen pautas radicales para poder actuar:

Sabéis que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen. Así seréis verdaderamente hijos de vuestro Padre que está en los cielos, pues él hace que el sol salga sobre buenos y malos y envía la lluvia sobre justos e injustos. Porque si solamente amáis a los que os aman, ¿qué recompensa podéis esperar? ¡Eso lo hacen también los publicanos [recaudadores de impuestos]! Y si saludáis únicamente a vuestros compañeros, ¿qué hacéis de extraordinario? ¡Eso lo hacen también los paganos! Vosotros tenéis que ser perfectos, como es perfecto vuestro Padre celestial. (Mateo 5:38-42)

Jesús nos lanza un gran desafío, tratar bien a aquellos que nos tratan mal, amar a nuestros enemigos. Afirma que eso es lo que nos distinguirá como agentes de restauración y, como en el caso de buscar activamente la paz, en auténticos cristianos. Al fin y al cabo, tratar bien a los que nos tratan bien sería algo normal y dentro de lo que se espera de cualquier persona normal y no ética corrupta.

Cuando Jesús habla de amar usa la palabra griega ágape. Los griegos tenían tres términos diferentes para hablar del amor, eros, que utilizaban para referirse al amor físico. Fileo, que usaban para definir el amor que tenemos hacia alguien porque es digno de ser amado y recibir nuestro amor y, finalmente, el término ágape, que se usaba para definir el amor incondicional.

El amor ágape nace de la voluntad del que ama. No es un estado emocional, es una decisión voluntaria de buscar el bien de la persona objeto de ese amor. Es un acto de voluntad que se hace de forma incondicional, no porque la persona lo merezca, se hace incluso a pesar de que la persona destinataria de nuestro amor no lo merezca. El amor ágape toma la iniciativa de buscar el bien del otro y es, en ocasiones, costoso y doloroso.

Cuando Jesús nos dice que amemos a nuestros enemigos no nos está pidiendo que tengamos emociones positivas hacia ellos. Ágape no está vinculado a, o dependiente de las emociones. Nos está pidiendo que de manera intencional, como un acto generado en nuestra voluntad, busquemos beneficiar a estas personas.

Un mundo roto clama por venganza y pagar con la misma moneda. Se espera de un agente de restauración que actúe de forma diferente.

Piensa por un momento ¿Hay situaciones en tu vida que requieren de ti que actúes de esta manera?

PERDONANDO AL QUE NOS HA HECHO DAÑO

Jesús sigue enseñándonos cómo podemos ser agentes de restauración en un mundo roto y lo hace aprovechando una oportunidad que le puso en bandeja Pedro, uno de sus seguidores.

Pedro, acercándose entonces a Jesús le preguntó: Señor, ¿Cuántas veces he de perdonar a mi hermano si me ofende? ¿Hasta siete veces?

Jesús le contestó: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

Y es que el reino de los cielos puede compararse a un rey que quiso hacer cuentas con la gente que tenía a su servicio. Para empezar, se le presentó uno que le debía diez mil talentos [El talento era la moneda más importante del Imperio Romano. Podía fácilmente equivaler al salario anual de una persona. Por tanto, diez mil talentos representaba una cantidad difícil de procesar para una persona]. Y como no tenía posibilidades de saldar su deuda, el amo mandó que lo vendieran como esclavo a él, a su esposa y a sus hijos junto con todas sus propiedades para que así saldara la deuda. El siervo cayó entonces de rodillas delante de su amo, suplicándole: “Ten paciencia conmigo, que yo te lo pagaré todo. El amo tuvo compasión de su siervo; le perdonó la deuda y le dejó ir libremente.

Pero al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios. [El denario equivalía al salario diario de un jornalero agrícola] Lo sujetó violentamente por el cuello y le dijo: “¡Págame lo que me debes!”. Su compañero se arrodilló delante de él, suplicándole: “Ten paciencia conmigo, que yo te lo pagaré”. Pero el otro no quiso escucharle, sino que fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que liquidara la deuda. Los demás siervos, al ver todo esto, se sintieron consternados y fueron a contarle al amo lo que había sucedido. Entonces el amo hizo llamar a aquel siervo y le dijo: “Siervo malvado, yo te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste; en cambio tú no has querido compadecerte de tu compañero como yo me compadecí de ti”. Y, encolerizado, el amo ordenó que fuera torturado hasta que toda la deuda quedase saldada.

Esto mismo hará mi Padre celestial con aquel de vosotros que no perdone de corazón a su hermano. (Mateo18:21-34)

Dios nos ha perdonado nuestros pecados y ha tenido que pagar un precio muy alto por ello, la vida de su hijo Jesús. Ahora, nos invita a perdonar a otros el mal que hayan podido hacer contra nosotros.

No siempre es fácil perdonar. Puede haber ocasiones en que hayamos sido heridos muy profundamente y cueste el poder otorgar el perdón a otros. Es cierto, no podemos negarlo. Sin embargo, Jesús nos motiva diciendo que tratemos a otros como nosotros hemos sido tratados por él.

Otorgar el perdón a aquellos que nos han pedido ser perdonados puede resultar doloroso, difícil y costoso, ahora bien, todavía lo es más cuando el perdón ha de ser dado unilateralmente a personas que ni siquiera han reconocido habernos ofendido o dañado. Creo, sin embargo, que nuestra misión como agentes de restauración pasa por perdonar incluso a aquellos que nunca nos han pedido ni nos pedirán perdón.

Piensa en tu vida personal ¿hay personas a las que te niegas a otorgarles el perdón? ¿Qué puedes hacer al respecto?



8. JESÚS ME INVITA A SER UN AGENTE DE RESTAURACIÓN EN UN MUNDO ROTO I. BUSCANDO LA PAZ



Dios nos invita a seguirle para restaurar en nosotros las cuatro grandes rupturas producidas por el pecado, pero también quiere que le sigamos para colaborar con Él en la tarea de hacer que el universo sea lo que Dios pretendió y el pecado no permitió que fuera. Jesús nos convierte en agentes de restauración en un mundo roto y fracturado por el pecado.

Este trabajo de ser agentes de restauración lo llevamos a cabo en el contexto de la vida cotidiana. Es en nuestro centro de trabajo o estudios, en nuestra familia, con nuestros amigos, en nuestro bloque de viviendas donde somos llamados a traer restauración a un mundo en fractura.

El trabajo de colaborar con Jesús en su proceso restaurador del universo no es algo reservado a personas “profesionales” con formación y experiencia teológica. El privilegio y responsabilidad de ser un restaurador es dado a todo cristiano.

La estrategia de Jesús es brillante, se trata de penetrar todos los segmentos de la sociedad de forma vírica, porque allí donde hay un seguidor de Jesús, en cualquier ámbito, hay un potencial agente de restauración, no para hacer adeptos de la fe cristiana, sino para traer restauración a un mundo fragmentado. Su estrategia no consiste en que las personas rotas vayan a la iglesia para ser restauradas, contrariamente, consiste en llevar el poder sanador y restaurador de la iglesia a un mundo roto.

Como veremos más adelante, no hay posiciones neutrales en esta lucha, o somos agente de ruptura y añadimos más fragmentación a este mundo roto o, por el contrario, somos agentes de sanación y restauración.

¿Cómo pues en la práctica podemos actuar como agentes de restauración?

Veamos los consejos de Jesús y Pablo, uno de sus seguidores, al respecto.

TRABAJANDO A FAVOR DE LA PAZ

Felices los que trabajan a favor de la paz, porque Dios los llamará hijos suyos. (Mateo 5:9)

Estas palabras de Jesús son sencillas y poderosas. Indican que una de las características que identifican a los auténticos hijos de Dios, no aquellos que se denominan como tales, es el trabajo activo y esforzado a favor de la paz. Los hijos de Dios son pacificadores. En la práctica significa que podemos y debemos apoyar todas las causas que favorezcan la paz entre los pueblos, las naciones, las familias, los individuos. Significa también que debemos meditar muy seriamente si nuestras acciones, nuestras actitudes, favorecen o dificultan la paz. Es importante señalar que Jesús habla de aquellos que activa e intencionalmente buscan la paz. No se trata, pues, únicamente, de no crear conflictos sino de traer paz a personas rotas y a un mundo roto.

Piensa por un momento en tu realidad personal ¿eres un agente de conflictividad o, por el contrario, alguien que trabaja por la paz? ¿Qué situaciones hay a tu alrededor que demandan tu trabajo activo a favor de la paz?

AMANDO AL ENEMIGO

Sabéis que se dijo. Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: no recurráis a la violencia contra el que os haga daño. Al contrario, si alguno te abofetea en una mejilla, preséntale también la otra. Y al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica, cédele el manto. Y si alguno te fuerza a llevar una carga durante una milla, llévasela dos. A quien te pida algo, dáselo; y a quien te ruegue que le hagas un préstamo, no le vuelvas la espalda. (Mateo 5:38-42)

Estas palabras de Jesús no son fáciles y la primera tentación, sin ninguna duda, es relativizarlas y tratar de suavizarlas. Sin duda nos ofrece y pide un cambio de paradigma. Tanto si las tomamos de forma literal como si deseamos encontrar principios básicos de actuación, nos demandan un cambio en nuestra percepción de las cosas y en nuestra manera de vivir y afrontar los conflictos.

Jesús nos hace una invitación a responder al conflicto con humildad y frenando de forma radical la espiral de violencia y agresividad que nuestra sociedad y estilo de vida genera.

Nuevamente, piensa en tu realidad, es costoso, lo sé pero ¿Qué situaciones de agresión y tensión estás viviendo que te ofrecen una oportunidad de responder como agente de restauración?