jueves, 13 de mayo de 2010

20. JESÚS RESTAURA LA RUPTURA DE MI RELACIÓN CON OTROS. EL MAL SE PROPAGA. II




En la anterior entrada vimos cómo el mal seguía propagándose y las consecuencias en forma de dolor físico y emocional que producía en las relaciones interpersonales.

En esta entrada vamos a ver un ejemplo más de este proceso de descomposición y la necesidad de atajar la expansión del mal.

JOSÉ Y SUS HERMANOS

Israel quería a José más que a sus otros hijos, porque lo había tenido cuando ya era anciano, y mandó que le hicieran una túnica de colores. Sus hermanos, al darse cuenta de que era el preferido de su padre, empezaron a odiarle y hablarle con malos modos.

En cierta ocasión , los hermanos de José se fueron a Siquén a apacentar las ovejas de su padre. Entonces Israel dijo a José: -Tus hermanos están apacentando las ovejas en Siquén, y he pensado que podías ir a verlos. El respondio: -Estoy a tu disposición. Su padre le dijo: -Vete a ver cómo están tus hermanos y luego tráeme noticias.

Así que lo envió desde el valle de Hebrón, y José se dirigió a Siquén.... José siguió buscando a sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron venir de lejos, y antes de que se acercara tramaron un plan para matarlo. Se dijeron unos a otros: -¡Ahí viene el de los sueños! Vamos a matarlo y a echarlo en uno de esos aljibes; después diremos que alguna fiera salvaje lo devoró, y veremos en qué paran sus sueños.

Pero Rubén, al oír esto, intentó librarlo de las manos de sus hermanos diciendo: -No le matemos. Y añadió: -No derraméis sangre; arrojadlo a este aljibe que está aquí en el desierto, pero no pongáis las manos sobre él. Rubén dijo esto porque su intención era salvarlo de ellos y devolverlo luego a su padre.

Al llegar José adonde estaban sus hermanos, le arrancaron la túnica de colores que llevaba y, agarrándolo lo arrojaron a un aljibe que estaba vacío, sin agua. Después se sentaron a comer.

Mientras comían, vieron venir una caravana de ismaelitas procedentes de Galaad, con los camellos cargados de resinas aromáticas, bálsamo y mirra, que transportaban a Egipto. Entonces Judá dijo a sus hermanos: -¿Sacamos algún provecho si dejamos morir a nuestro hermano y encubrimos su muerte? Será mejor que lo vendamos a los ismaelitas en vez de poner nuestras manos sobre él; a fin de cuentas es nuestro hermano, es de nuestra propia sangre.

Sus hermanos asintieron; y cuando los mercaderes madianitas pasaron por allí, sacaron a José del aljibe y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte siclos de plata. Así fue como se llevaron a José a Egipto
(Génesis 37)

¿Qué matices de la ruptura en las relaciones interpersonales puedes apreciar aquí? ¿Qué relación tenía Jacob/Israel con su hijo José? ¿Cómo afectó a los otros hermanos?

Piensa por un momento en las reacciones de los hermanos de José y piensa al mismo tiempo en tu propia experiencia. En ocasiones no podemos evitar que vengan a nuestra mente pensamientos o actitudes negativas hacia otros. ¿Te has sorprendido a ti mismo sentiendo envidia por el éxito de otro? ¿Te ha dado rabia que alguien haya conseguido algo que pensabas eras más merecedor? ¿Has considerado injusto que no recibas el mismo tratamiento que otros reciben?

Yo si. Muchas veces me he sorprendido de los pensamientos y actitudes que pueden venir a mi mente. Sé que no son correctos, los puedo identificar como mezquinos e indignos, pero vienen a mi mente y debo luchar con ellos. Es una evidencia en nuestra experiencia cotidiana de cómo el pecado ha producido una ruptura en nuestras relaciones interpersonales.


Hemos visto la historia de Adán y Eva, la de Caín y Abel, la de Esaú y su hermano Jacob y, finalmente, la historia de cómo José fue maltratado por sus hermanos. Las páginas de la Biblia, como las de la historia secular, nos dan ejemplo tras ejemplo de la ruptura de la relación entre los seres humanos, por tanto, era preciso regular la situación para permitir la convivencia.

La ilustración muestra la llamada "Estela de Hamurabi" encontrada en la antigua Mesopotamia y donde hallamos por primera vez escrita la que ha sido conocida como la Ley del Talión. En el Antiguo Testamento, en el libro de Levítico encontramos la versión bíblica de la misma que dice así:


Asímismo el que hiera mortalmente a cualquier persona, será castigado con la muerte. El que mate un animal deberá resarcir al dueño por él; animal por animal. Y al que hiera a su prójimo, se le pagará con la misma moneda: fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; según la herida hecha a otro, igual se le hará a él.

El que hiera a un animal deberá resarcir por ello, mas el que hiera mortalmente a una persona, será castigado con la muerte. Juzgaréis con el mismo estatuto al extranjero que al nativo. Yo soy el Señor vuestro Dios.
(Levítico 24:17-21)

La ruptura en las relaciones interpersonales llega a manifestarse de formas violentas en las que unas personas sufren a manos de otras. La denominada ley del talión supone, a pesar de su crudeza, un avance significativo. Esta ley consuetudinaria permite a los humanos responder a una ofensa o un daño cualquier con otro igual o parecido, nunca excederlo.

Sin embargo, Jesús enseña y espera de sus seguidores un camino mejor y diferente.

Al llegar al final de esta entrada quisiera pedirte que tomaras un tiempo para pensar en todo lo leído. ¿Reflejan las historías que has leído de alguna manera tu propia historia? ¿Tienes relaciones con otras personas que están rotas? ¿Qué ha causado esa ruptura? ¿Qué efectos está produciendo en tu vida?



martes, 4 de mayo de 2010

19. JESÚS RESTAURA LA RUPTURA DE MI RELACIÓN CON OTROS. EL MAL SE PROPAGA. I



En la anterior entrada vimos que en el libro de Génesis, de una manera poética, se nos narraba como el pecado, es decir, nuestra rebelión contra Dios y su autoridad, provocaba una ruptura en las relaciones entre los seres humanos.

Adán y Eva no enfrentaron de manera solidaria su responsabilidad por haber desobedecido a Dios, antes al contrario, Adán, si puede salvar el pellejo, no duda en culpar a Eva de lo sucedido ¡Sálvese quien pueda!

Vimos también como Dios anunció que una de las consecuencias de esa ruptura en las relaciones interpersonales sería que unos seres humanos dominarían a otros a consecuencia de la diferencia. Desde entonces, la historia ha sido triste testigo, de una multitud de situaciones en las que una parte de la humanidad ha abusado, explotado, maltratado, marginado e incluso exterminado a la otra parte por motivaciones religiosas, políticas, económicas, raciales, culturales, sociales.

Las páginas de la Biblia también dan testimonio de los efectos del pecado sobre las relaciones humanas.

CAÍN Y ABEL

Adán se unió a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín. Y dijo: -He tenido un hombre gracias al Señor. Después dio a luz a Abel, hermano de Caín. Abel se dedicó a criar ovejas y Caín a labrar la tierra.

Al cabo de un tiempo Caín, presentó de los frutos del campo una ofrenda al Señor. También Abel le ofreció las primeras y mejores crías de su rebaño. El Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró del mismo modo a Caín y a la suya. Entonces Caín se irritó sobremanera y puso mala cara.

El Señor le dijo: - ¿Por qué te irritas? ¿Por qué has puesto esa cara? Si obraras rectamente llevarías la cabeza bien alta; pero como actúas mal el pecado está agazapado a tu puerta, acechándote. Sin embargo, tú puedes dominarlo.

Caín propuso a su hermano Abel que fueran al campo y, una vez allí, Caín atacó a su hermano y lo mató.

El Señor le preguntó a Caín: -¿Dónde está tu hermano Abel? El respondió -No lo sé ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano? ¡Qué has hecho! La sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.

Hay comentaristas que piensan que Caín y Abel fueron dos personajes históricos. Otros, indican que son una representación de los pueblos ganaderos y los pueblos agricultores y su secular enfrentamiento. No este el punto de discusión, sino comprobar como el pecado degrada las relaciones entre los seres humanos.

Podemos ver aquí el llamado "síndrome de Caín" la actitud de no considerarnos responsables de otros seres humanos, de volvernos indiferentes al sufrimiento, el dolor, la necesidad o las circunstancias que otros puedan atravesar.

El cainismo, el "síndrome de Caín" es una evidencia en tu vida y en la mía de ese proceso de ruptura en las relaciones interpersonales que ha provocado el pecado. Tal vez tú y yo no imitaremos a Caín en el asesinato de nuestro hermano, pero lo imitamos, demasiado a menudo, en nuestra indiferencia, desprecio y desinterés por él y sus necesidades.

¿Puedes identificar en tu propia vida evidencias del "síndrome de Caín"? ¿Qué piensas hacer al respecto?


ESAÚ Y JACOB






Y aconteció que siendo ya viejo Isaac, y sus ojos demasiado débiles para ver, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo:

-Hijo mío. Y él le respondió: Heme aquí
. Y dijo Isaac: Mira, yo soy viejo y no sé el día de mi muerte. Ahora pues, te ruego, toma tu equipo, tu aljaba y tu arco, sal al campo y tráeme caza; y prepárame un buen guisado como a mí me gusta, y tráemelo para que yo coma, y que mi alma te bendiga antes que yo muera.

Rebeca estaba escuchando cuando Isaac hablaba a su hijo Esaú. Y cuando Esaú fue al campo a cazar una pieza para traer a casa, Rebeca habló a su hijo Jacob, diciendo:

He aquí, oí a tu padre que hablaba con tu hermano Esaú, diciéndole: "Tráeme caza y prepárame un buen guisado para que coma y te bendiga en presencia del SEÑOR antes de mi muerte. "Ahora pues, hijo mío, obedéceme en lo que te mando. Ve ahora al rebaño y tráeme de allí dos de los mejores cabritos de las cabras, y yo prepararé con ellos un buen guisado para tu padre como a él le gusta.

Entonces se lo llevarás a tu padre, que comerá, para que te bendiga antes de su muerte. Y Jacob dijo a su madre Rebeca: He aquí, Esaú mi hermano es hombre velludo y yo soy lampiño. Quizá mi padre me palpe, y entonces seré para él un engañador y traeré sobre mí una maldición y no una bendición.

Pero su madre le respondió: Caiga sobre mí tu maldición, hijo mío; solamente obedéceme, y ve y tráemelos. Y él fue, los tomó y los trajo a su madre; y su madre hizo un buen guisado, como a su padre le gustaba. Entonces Rebeca tomó las mejores vestiduras de Esaú, su hijo mayor, que tenía ella en la casa, y vistió a Jacob, su hijo menor; le puso las pieles de los cabritos sobre las manos y sobre la parte lampiña del cuello, y puso el guisado y el pan que había hecho en manos de su hijo Jacob.

Entonces él fue a su padre, y dijo: Padre mío. Y éste respondió: Aquí estoy. ¿Quién eres, hijo mío? Y Jacob dijo a su padre: Soy Esaú tu primogénito. He hecho lo que me dijiste. Levántate, te ruego. Siéntate y come de mi caza para que me bendigas. E Isaac dijo a su hijo:

¿Cómo es que la has encontrado tan pronto, hijo mío? Y él respondió: Porque el SEÑOR tu Dios hizo que así me acaeciera. Isaac entonces dijo a Jacob: Te ruego que te acerques para palparte, hijo mío, a ver si en verdad eres o no mi hijo Esaú. Jacob se acercó a Isaac su padre, y él lo palpó y dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos son las manos de Esaú. Y no lo reconoció porque sus manos eran velludas como las de su hermano Esaú, y lo bendijo.

Y le preguntó: ¿Eres en verdad mi hijo Esaú? Y él respondió: Yo soy.Entonces dijo: Sírveme, y comeré de la caza de mi hijo para que yo te bendiga. Y le sirvió, y comió; le trajo también vino, y bebió. Y su padre Isaac le dijo: Te ruego que te acerques y me beses, hijo mío. Y él se acercó y lo besó; y al notar el olor de sus vestidos, lo bendijo, diciendo:

He aquí, el olor de mi hijo es como el aroma de un campo que el SEÑOR ha bendecido. Dios te dé, pues, del rocío del cielo, y de la grosura de la tierra, y abundancia de grano y de mosto. Sírvante pueblos, y póstrense ante ti naciones; sé señor de tus hermanos, e inclínense ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldigan, y benditos los que te bendigan.

Y sucedió que tan pronto como Isaac había terminado de bendecir a Jacob, y apenas había salido Jacob de la presencia de su padre Isaac, su hermano Esaú llegó de su cacería. Y también él hizo un buen guisado y lo trajo a su padre, y dijo a su padre:

Levántese mi padre, y coma de la caza de su hijo, para que tú me bendigas. Y su padre Isaac le dijo: ¿Quién eres? Y él respondió: Soy tu hijo, tu primogénito, Esaú. Y tembló Isaac con estremecimiento muy grande, y dijo: ¿Quién fue entonces el que trajo caza, antes de que tú vinieras, y me la trajo y yo comí de todo, y lo bendije? Sí, y bendito será.

Al oír Esaú las palabras de su padre, clamó con un grande y amargo clamor, y dijo a su padre: ¡Bendíceme, bendíceme también a mí, padre mío! Y él respondió: Tu hermano vino con engaño, y se ha llevado tu bendición.

Y Esaú dijo: Con razón se llama Jacob, pues me ha suplantado estas dos veces. Me quitó mi primogenitura, y he aquí, ahora me ha quitado mi bendición. Y añadió: ¿No has reservado una bendición para mí? Pero Isaac respondió, y dijo a Esaú:

He aquí, yo lo he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus parientes; y con grano y mosto lo he sustentado. En cuanto a ti ¿qué haré, pues, hijo mío? Y Esaú dijo a su padre: ¿No tienes más que una bendición, padre mío? Bendíceme, bendíceme también a mí, padre mío. Y Esaú alzó su voz y lloró.

Entonces su padre Isaac respondió, y le dijo: He aquí, lejos de la fertilidad de la tierra será tu morada, y lejos del rocío que baja del cielo. Por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás; mas acontecerá que cuando te impacientes, arrancarás su yugo de tu cerviz.


Esaú, pues, guardó rencor a Jacob a causa de la bendición con que su padre lo había bendecido; y Esaú se dijo: Los días de luto por mi padre están cerca; entonces mataré a mi hermano Jacob.


¿Qué matices de la ruptura en la relación entre las personas puedes observar en la historia de Esaú y Jacob? ¿Qué tipo de relaciones tenían los padres entre sí? ¿Qué relación mantenían los hermanos entre ellos? ¿Y los padres con los diferentes hermanos (Génesis 25:28)?

La historia de Caín y Abel nos hablaba del dolor físico que un hermano puede producir a otro. Pero la ruptura en las relaciones interpersonales producida por el pecado también produce dolor emocional. Sin duda, lo has experimentado o, quizás, lo estés experimentando en estos momentos.

La historia de Esaú y Jacob nos habla precisamente de este tipo de dolor, del dolor emocional. De sentirse engañado, estafado por otros. Pero lo podríamos hacer extensivo a las veces que nos hemos sentido decepcionados, maltratados, abandonados, frustrados, incomprendidos o abusados por la forma en que otros nos han tratado. Cuando las expectativas que teníamos acerca de cómo otros debían tratarnos se han visto defraudadas.

Pero eso mismo es verdad en el sentido contrario, cuántas veces nosotros hemos tratado así a otros.


miércoles, 21 de abril de 2010

18. JESÚS RESTAURA LA RUPTURA DE MI RELACIÓN CON OTROS. EL ORIGEN






Hemos hablado en varias ocasiones que cuando el ser humano decidió rebelarse contra Dios y declararse independiente de Él, se produjeron en la experiencia humana cuatro grandes rupturas: en la relación con el mismo Dios, con la naturaleza, del ser humano consigo mismo y, finalmente, con otros seres humanos.

Cuando Jesús nos invita a seguirle lo hace para poder restaurar en nosotros esas cuatro grandes rupturas provocadas por nuestra rebelión. Ya vimos como ha restaurado nuestra relación con Dios. Por medio de esta y otras entradas veremos cómo restaura nuestra relación con otros seres humanos.

En Génesis capítulo 3 y 4 podemos ver el comienzo de esta fractura en las relaciones interpersonales.

El hombre y su mujer oyeron que Dios el Señor andaba por el jardín a la hora en que sopla el viento de la tarde, y corrieron a esconderse de Dios entre los árboles del jardín. Pero Dios el Señor llamó al hombre y le preguntó:
-¿Dónde estas?
El hombre contestó:

-Oí que andabas por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me escondí.
Entonces Dios le preguntó:
-¿Y quién te ha dicho que estás desnudo? ¿Acaso has comido del fruto del árbol del que te dije que no comieras?
El hombre contestó:
-La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto y yo lo comí.

Cuando Adán y Eva son cuestionados por Dios acerca de su responsabilidad por haber desobedecido el mandamiento que les había dado, Adán no duda en culpar a Eva y tratar, de este modo, de quitarse de encima el muerto. En vez de, solidariamente, afrontar las consecuencias de sus propias acciones libremente tomadas. Adan no duda en culpar a Eva para salvar su miserable pellejo.

El relato de Génesis sólo pretende ilustrarnos de una forma poética una realidad trágica., que las relaciones entre los seres humanos están fracturadas y son terriblemente difíciles.

Todos nosotros hemos experimentado en el pasado, tal vez estemos experimentando en estos momentos y, sin duda, lo experimentaremos en el futuro, cuán difíciles, complejas y delicadas son las relaciones interpersonales. No únicamente con las personas desconocidas, sino incluso entre aquellas que el sentido común nos indica que deberían ser más fáciles, padres, hijos, hermanos, familiares, esposos, amigos, etc.

El pecado rompe nuestras relaciones y nos enfrenta con otros seres humanos. Además, el pecado provoca el abuso y la opresión de unas personas sobre otras. Vamos a leerlo.

A la mujer le dijo:
-Multiplicaré sobremanera las molestias en tus embarazos, y con dolor parirás a tus hijos. Tendrás ansía de tu marido y él te dominará.
(Génesis 3:16)

Dios es quien habla en este pasaje. Le indica a la mujer cuáles serán las consecuencias de su actitud de rebelión contra Dios. Previamente lo había hecho con el hombre.


Dios le indica a Eva que su marido la dominará. De nuevo, Génesis nos está explicando de forma poética, el porqué la humanidad vive del modo en que vive. Génesis nos indica que la fractura en las relaciones interpersonales provocada por el pecado se manifiesta en unos seres humanos dominando a otros seres humanos.

No es lo que Dios pensó y planeó. Recordemos que la relación entre Adán y Eva era armónica antes de su desobediencia. Es lo que el pecado ha provocado.

Desde entonces podemos ver como el dominio, el abuso y la explotación de unos seres humanos por parte de otros ha sido una constante. Lo ha sido por razones económicas, sociales, religiosas, culturales, de género, étnicas, nacionales y un largo y largo etcétera. La diferencia ha sido excusa, motivo y oportunidad para la dominación.

El apartheido en Africa del Sur, le feudalismo durante la Edad Media, la explotación sexual de niños y mujeres, el trabajo infantil, el sistema de castas en India, las limpiezas étnicas en diferentes países en diferentes épocas, el Holocausto nazi y un largo etcétera que casi no acabaría, son evidencias de cómo el pecado ha roto las relaciones entre los seres humanos.


jueves, 11 de febrero de 2010

17. JESÚS ME INVITA A SER UN AGENTE DE RESTAURACIÓN EN UN MUNDO ROTO X. SE RESPONSABLE


Hoy vamos a continuar profundizando en las maneras en que podemos ser agentes de restauración en un mundo roto. Pero antes de hacerlo me gustaría recordarte una promesa de Jesús que aparece en el evangelio que escribió Juan en el capítulo 10.

En este capítulo, por tres veces, Jesús afirma que sus seguidores tendrán la capacidad de oír su voz. Por tanto, lo único que necesitas hacer es guardar silencio y escuchar lo que Él quiera decirte por medio de esta entrada del blog.

Habla con Jesús, pídele que te ayude a escucharle. Que hable a tu corazón.

Hemos visto varias razones por las cuales deberíamos compartir la buena noticia de Jesús con otros, porque es un mandamiento, porque las personas no tienen futuro sin Jesús y porque las amamos. Hoy me gustaría que pudiéramos ver una última razón, por sentido de responsabilidad.

SOMOS RESPONSABLES

La vida en la antigüedad no era nada fácil y estaba plagada de peligros, por esta razón, para poder protegerse las ciudades estaban rodeadas de fuertes y sólidas murallas.

Estas poderosas fortifcaciones estaban salpicadas de torres para los centinelas. Normalmente, en toda fortificación que se preciara de tal, estaba la torre más alta, la atalaya. Esta jugaba un papel muy importante en todo el esquema defensivo de la ciudad debido a que era la más alta y tenía, por tanto, la mejor visibilidad.

En tiempo de peligro o guerra era básico que el vigía diera la voz de alarma ante la presencia del enemigo. La alarma permitía cerrar las puertas de la ciudad y proteger a ésta y a los habitantes de la catástrofe.

Si el centinela no alertaba de la presencia del enemigo la ruina de la población era segura e inevitable. La muerte de todos los habitantes hubiera caído sobre la conciencia de aquel centinela que no fue responsable con el deber encomendado. Casos se dieron en la antigüedad en que los vigilantes, comprados por el enemigo, cometieron traición y no anunciaron el peligro inminente.

Sin embargo, si aquel centinela hubiera dado la señal de atención y la ciudad no hubiera reaccionado, la catástrofe estaba igualmente asegurada, pero el guardián no sería responsable de aquella ruina. El cumplió con la tarea encomendada.

Dios nos habla de nuestra responsabilidad de anunciar la buena noticia a un mundo necesitado. Por medio del profeta Ezequiel se expresó de este modo:

-Hijo de hombre, te convierto en vigía de Israel. Cuando me oigas hablar les darás la alarma de mi parte. Si yo dicto sentencia de muerte contra el malvado y tú no lo pones sobre aviso instándolo a que abandone su mala conducta, para que pueda así seguir con vida, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuentas de su vida. En cambio, si pones sobre aviso al malvado pero no se convierte de su mala conducta, él morirá por su culpa, pero tu habrás salvado tu vida. (Ezequiel 3:17-19)

Somos vigías para las personas de nuestro entorno y nuestra generación. Es nuestra responsabilidad, que debe nacer de nuestro interés genuino por ellas, avisarles de la situación en que se encuentran ante Dios. De no hacerlo, Jesús nos pedirá cuentas por no haber cumplido la comisión recibida y la suerte de esas personas estará sobre nuestras conciencias.

Pablo, escribiendo a las comunidades cristianas de la cuenca del Mediterráneo les decía que las personas no pueden aceptar a Jesús y su plan de restauración si no tienen conocimiento de ello y, por tanto, la oportunidad de considerar y responder a la buena noticia. Pero eso, es imposible, a menos, que los seguidores de Jesús lo compartamos con ellos.

Piensa en lo que has leído. Piensa en lo dicho al comienzo de esta entrada acerca de escuchar la voz de Jesús. ¿Qué te dice Jesús acerca de las personas necesitadas de escuchar la buena noticia? ¿Qué te dice acerca de tu responsabilidad? ¿Qué debes hacer al respecto?


martes, 19 de enero de 2010

16. JESÚS ME INVITA A SER UN AGENTE DE RESTAURACIÓN EN UN MUNDO ROTO IX. MUESTRA TU AMOR



Antes de proceder a la lectura de esta entrada quiero pedirte que tomes un tiempo para hablar con Jesús. Pídele que hable a tu vida por medio de lo que vas a leer. Pídele que te muestre que implicaciones tiene para ti como agente de restauración y qué pasos prácticos deberías de dar como respuesta a lo que Jesús te enseñe.

Estábamos hablando de buenas razones para compartir con otros la buena noticia de que Dios quiere restaurar a los seres humanos. Vimos que una de las razones es que Jesús nos invita a unirnos a Él en este esfuerzo, otra era que las personas no tienen futuro sin Dios.

Hoy te invito a que nos acerquemos a una nueva razón:


EL AMOR A LAS PERSONAS NOS MOTIVA A COMPARTIR LA BUENA NOTICIA

En la década de los veinte del pasado siglo Alexander Fleming descubrió de forma accidental lo que es conocido como la penicilina. Este doctor de origen escocés fue médico militar durante la primera guerra mundial en los frentes de combate de Francia.

Esta experiencia le impactó grandemente, especialmente al comprobar la gran mortalidad que se producía por las heridas infectadas como consecuencia de la metralla.

Finalizada la guerra, regresó al Hospital St. Mary donde buscó intensamente un nuevo antiséptico que evitase la dura agonía provocada por las heridas infectadas.

Al principio, el descubrimiento de Fleming no llamó la atención y muchos investigadores pensaron que carecería de interés y que únicamente serviría para curar infecciones menores.

Fue precisamente durante la segunda guerra mundial que el interés aumentó y con la ayuda de capitales norteamericanos pudo desarrollarse lo que hoy conocemos como la penicilina.

Lo interesante es que Alexander Fleming nunca patentó su descubrimiento a pesar de que ello podría haberlo convertido en inmensamente rico. Consideró que la falta de patente ayudaría a un mejor desarrollo de medicamentos que pudieran paliar los muchos males que azotaban a la población mundial. En 1945 recibió el Premio Nobel de Medicina.

¿Qué debió motivar a Alexander Fleming a no patentar su descubrimiento? Mi opinión personal es que lo hizo por amor a la gente. Amor es un acto consciente de la voluntad de buscar el bien del otro.

¿Qué harías si descubrieras la vacuna contra el SIDA o el cáncer? ¿Te guardarías el descubrimiento para ti solo? ¿Lo compartirías? ¿Tratarías de hacer negocio e enriquecerte? ¿Optarías por ayudar a aquellos que se encuentran en necesidad?

La Biblia nos indica que el amor fue lo que motivó a Dios para buscar nuestra restauración. Lee estos dos fragmentos:

Tanto amó Dios al mundo, que no dudó en entregarle a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. (Juan 3:16)

Pues bien, Dios nos ha dado la mayor prueba de su amor, haciendo morir a Cristo por nosotros cuando aún éramos pecadores. (Romanos 5:8)

Jesús, a quien seguimos, también estuvo motivado por su amor e interés por las personas y sus necesidades. Fíjate en esta historia que cuenta Marcos:

Uno de los maestros de la ley que había escuchado toda la discusión, la ver lo bien que Jesús les había respondido, se acercó a él y le preguntó: -¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?

Jesús le contestó: -El primero es: Escucha Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas.

Y el segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que estos.

El maestro de la ley contestó a Jesús: -¡Muy bien, Maestro! Es cierto lo que dices: Dios es único y no hay otro fuera de él. Y amar a Dios con todo nuestro corazón, con todo nuestro entendimiento y con todas nuestras fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios. (Marcos 12:28-33)

Jesús afirmó que después de amar a Dios no hay nada más importante que amar a nuestro prójimo. Recuerda, amar es buscar de manera intencional el bien del otro. No olvides que el amor es mucho más que sentimientos, es ante todo un acto de la voluntad.

Hemos visto anteriormente que hay muchas maneras de buscar el bien del otro –siendo pacificadores, perdonando, mostrando sensibilidad hacia sus necesidades emocionales, físicas, materiales, no desentendiéndonos, etc.-, compartir la buena noticia del deseo de Dios de reconciliarse con el ser humano y restaurarlo es otra de ellas.

Párate y piensa en las personas que hay en tu círculo cotidiano. Habla con Jesús acerca de ellas. Pídele oportunidades para poderles ayudar en sus necesidades. Se sensible cuando tengas la oportunidad de compartir la buena noticia y no te desentiendas.

¿Qué pasos prácticos piensas que Jesús te pide que hagas respecto a lo que has léido?


viernes, 20 de noviembre de 2009

15. JESÚS ME INVITA A SER UN AGENTE DE RESTAURACIÓN EN UN MUNDO ROTO VIII. SIN FUTURO SIN DIOS


Antes de comenzar la lectura de esta entrada quiero pedirte que tomes unos momentos para hablar con Jesús acerca de las personas en tu círculo de influencia que necesitan conocerlo y llegar a ser seguidores suyos. Pide por ellos, por sus rupturas, vuelve a insistir en que Jesús te pueda usar como agente de restauración en sus vidas, sólo entonces tendrá sentido lo que leerás a continuación.

Quiero hacerte partícipe de algunas razones para compartir la buena noticia con esas personas por las que acabas de orar.


JESÚS ESPERA QUE NOS UNAMOS A EL EN SU TAREA DE RECONCILIAR A LAS PERSONAS CON DIOS.

¿Recuerdas las palabras que leímos de Pablo? Es como si Dios le pidiera al mundo, por medio nuestro, que se reconciliara con El.

Jesús, momentos antes de ascender al cielo después de su resurrección afirmó:

Entonces Jesús se acercó y les dijo: -Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Así que id y haced seguidores en todas las naciones. Bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñadles a obedecer todo lo que yo os he mandado. Tened presente que yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. (Mateo 28:18-20)

Jesús ha sido muy claro en sus intenciones, desea que la buena noticia pueda ser conocida por todas las personas para que puedan ser seguidoras suyas y, de este modo, ver restauradas sus vidas.

No es preciso que te vayas fuera de tu ciudad o país para hacerlo. Jesús afirmó que deberíamos comenzar con esta tarea en nuestro propio ambiente. En el libro de Hechos, Jesús afirmó:

Pero cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, recibiréis poder. Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda la región de Judea, en Samaria y en todo el mundo. (Hechos 1:8)

Los seguidores de Jesús siempre han interpretado estas palabras de Jesús en el sentido que nuestra Jerusalén es nuestro propio medio ambiente, nuestro hogar, nuestra fábrica, nuestra oficina, nuestra universidad, nuestros amigos.

Jesús afirma que somos sus testigos ¿Qué es un testigo? Sencillamente aquel que explica lo que ha visto, oído, experimentado. Eso es precisamente lo que espera de cada uno de nosotros. Compartir con otros la buena noticia, colaborar con él en el trabajo de restaurar y reconciliar con Dios a las personas es un mandamiento de Jesús. La obediencia de sus mandamientos nos demuestra a nosotros mismos nuestro grado de compromiso con el seguimiento de Jesús. Lo expresó con estas palabras:

Si me amáis, obedeceréis mis mandamientos. (Juan 14:15)

El que realmente me ama conoce mis mandamientos y los obedece. Mi padre amará al que me ama, y yo también lo amaré y me mostraré a él. (Juan 14:21)


LAS PERSONAS NO TIENEN FUTURO SIN JESÚS

Todos nosotros hemos decidido vivir al margen de Dios, darle la espalda y seguir nuestro propio camino. Consecuentemente, estamos experimentando en nuestras vidas las repercusiones, nuestra relación con Dios está rota, nosotros mismos estamos rotos, nuestras relaciones están fracturadas y destruimos la creación de Dios.

Tú y yo somos personas en proceso de cambio. Mientras seguimos a Jesús él va restaurando en nosotros todas las piezas rotas de nuestra vida y las recompone, pero ¿Qué sucede con aquellos que no le conocen?

Dios, por medio de Jesús ha hecho todo lo posible para que la reconciliación entre él y el ser humano sea posible. Si visualizas la reconciliación con Dios como un puente sobre un abismo, Jesús ha caminado hasta la mitad del puente, nos invita a caminar la parte del camino que nos corresponde, nos invita pero no nos fuerza.

De persistir en nuestra negativa de acercarnos a él quedamos a merced de las consecuencias de nuestras propias decisiones. Pablo describe la situación de la persona sin Dios de esta manera:

Vosotros, antes, estabais muertos a causa de las maldades y pecados en que vivíais, pues seguíais el ejemplo de este mundo y hacíais la voluntad de aquel espíritu que domina en el aire y que anima a los que desobedecen a Dios. De esa manera vivíamos también todos nosotros en otro tiempo, siguiendo nuestros propios deseos y satisfaciendo los deseos de nuestra naturaleza pecadora y de nuestros pensamientos. A causa de esa naturaleza merecíamos el terrible castigo de Dios, igual que los demás. Pero Dios es tan misericordioso y nos amó tanto, que nos dio vida juntamente con Cristo cuando todavía estábamos muertos a causa de nuestros pecados. (Efesios 2:1-5)

Entiendo que nos cueste pensar acerca de las personas que amamos en estos términos. Sin embargo, lo cierto es que están muertos espiritualmente. El pecado, no sólo los mantiene separados de Dios, sino que les impide acercarse a El y les continuará separando, haciéndoles merecedores del juicio después de su muerte.

Su situación es tan desesperada que esta es la razón por la cual Dios puso en marcha este fantástico plan para reconciliar al hombre consigo mismo. Plan en el que desea que tú y yo colaboremos como agentes de restauración y reconciliación.

Jesús les dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se llega al Padre. (Juan 14:6)

Por esto os dije que moriréis en vuestros pecados; porque a menos que creáis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. (Juan 8:24)

Al principio de esta entrada te pedía que hablaras con Jesús de las personas de tu círculo de influencia. Quisiera pedirte que acabes del mismo modo, pidiendo por ellos teniendo en cuenta todo lo que has leído.


miércoles, 14 de octubre de 2009

14. JESÚS ME INVITA A SER UN AGENTE DE RESTAURACIÓN EN UN MUNDO ROTO VII. COMPARTIR LA BUENA NOTICIA


COMPARTIR LAS BUENAS NOTICIAS

Podemos colaborar con Jesús como agentes de restauración cuando compartimos con otras personas el Evangelio.

Evangelio es una palabra griega que significa, buena noticia.

Para un mundo roto y fracturado por el pecado la buena noticia es que existe la posibilidad de restauración. Jesús puede restaurar en nuestra experiencia como seres humanos esas cuatro grandes rupturas –interna, con Dios, con otros y con la creación- que nuestra rebelión contra El ha provocado en toda persona.

El evangelio es una buena noticia porque nos ayuda a entender la complejidad de la experiencia humana. El evangelio nos ayuda a comprender por qué experimentamos toda la gama de emociones y estados de ánimo que nos caracterizan. Nos explica los orígenes de nuestra conducta y nuestra dificultad para relacionarnos con otros. El evangelio nos ayuda a entender por qué en vez de cuidar la creación de Dios la destruimos de forma implacable y, tal vez, irremediable.

Pero el evangelio no se queda ahí. No sólo diagnostica los problemas y nos explica el origen de los mismos, sino que también nos dice que existe una solución y esa solución pasa por volvernos hacia Dios y permitir que puede restaurar en nosotros esas cuatro grandes rupturas producidas por nuestro alejamiento de Él.

Ya hemos hablado de la importancia de ser agentes de restauración en nuestro medio ambiente, en nuestro trabajo, nuestros estudios, nuestra familia, nuestro vecindario, entre nuestras amistades. En todos estos ámbitos debemos estar activa e intencionalmente buscando oportunidades para restaurar, para hacer el bien, para no desentendernos.

OBSERVANDO A JESÚS

Cuando leemos los relatos de la vida de Jesús vemos que siempre fue sensible a la situación de las personas con las que se encontraba.

Jesús siempre tuvo en mente la restuaración total e integral de todo ser humano. Nunca perdió de vista que este era su objetivo final, personas restauradas en sus cuatro rupturas.

Pero, al mismo tiempo, cuando Jesús interactuó con los individuos siempre fue sensible a las necesidades inmediatas y sentidas de esas personas.

Jesús trabajó con las necesidades sentidas y con las necesidades profundas. Ambas fueron importantes para él y nunca hizo una distinción. Una necesidad sentida era ser curado de la lepra, una necesidad profunda era ser restaurado en la relación con Dios. Ambas, sentidas y profundas forman parte de la misma realidad humana.

Lo vemos en su manera de actuar. En ocasiones, Jesús solamente compartió la buena noticia y no alimentó, ni sanó, ni expulsó demonios. En otras ocasiones, sanó pero no habló acerca de acercarse a Dios. En otras, hizo conjuntamente ambas cosas. Lo que vemos es que Jesús, sin perder el objetivo final, siempre fue sensible a la realidad y necesidad única y singular de cada persona con quien se relacionaba.

Jesús nos invita a nosotros a proceder de la misma manera.

DIOS ACTUANDO POR MEDIO NUESTRO

Cuando planteamos la necesidad de compartir la buena noticia no estamos hablando de hacer adeptos para una religión, tampoco que las personas se hagan miembros de nuestra iglesia ni que sean como nosotros.

Nos referimos a invitarlos a acercarse a Dios para que pueda restaurar sus vidas de forma integral y puedan convertirse en seguidores de Jesús y en agentes restauradores que puedan sanar a otros. Nosotros somos personas en proceso de restauración que invitamos a otros a unirse a ese proceso.

Pablo, el seguidor de Jesús, al escribir a los cristianos que se reunían en la ciudad griega de Corinto lo expresó de esta manera:

Todo se lo debemos a Dios que nos ha puesto en paz con él por medio de Cristo y nos ha confiado la tarea de llevar esa paz a los demás. Porque sin tener en cuenta los pecados de la humanidad, Dios hizo la paz con el mundo por medio de Cristo y a nosotros nos ha confiado ese mensaje de paz. Somos, pues, embajadores de Cristo y es como si Dios mismo os exhortara sirviéndose de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que hagáis las paces con Dios. (2 Corintios 5:18-20)

Es tremendo pensar que Dios está a través nuestro pidiéndole a las personas que se reconcilien y hagan las paces con Él. Ayudar en este proceso de reconciliación forma parte de nuestro trabajo como agentes de restauración.

Mateo, uno de los primeros seguidores de Jesús, nos marra un episodio de la vida del Maestro

Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas judías. Anunciaba la buena noticia del Reino y curaba toda clase de enfermedades y dolencias. Y, al ver a toda aquella gente, se sentía conmovido porque estaban maltrechos y desalentados como ovejas sin pastor. Dijo entonces a sus Discípulos: -la mies [cosecha]es mucha, pero son pocos los trabajadores. Por eso, pedidle al dueño de la mies que mande trabajadores a su mies. (Mateo 9:35-38)

Piensa en todos los ámbitos en los que se desarrolla tu vida y que hemos mencionados anteriormente. Piensa en las personas con las que convives en esos ámbitos y míralos tal y como Dios los ve, como gente rota necesitada de ser restaurada.

Se práctico, por favor, toma papel y lápiz y anota el nombre de esas personas. Pensar en los ámbitos en que te mueves -familia, trabajo, estudios, amigos, asociados, etc.- te ayudará. Comienza a orar por ellos. Pídele a Dios te ayude a verlos con sus ojos y a poder ser un agente de restauración en sus vidas con tu vida.