jueves, 11 de junio de 2009

13. JESÚS ME INVITA A SER UN AGENTE DE RESTAURACIÓN EN UN MUNDO ROTO VI. VER A JESÚS EN TU PRÓJIMO


La imagen que tienes justo encima de estas palabras es el Pantocrator de la iglesia de Tahull, una de las obras maestras del románico catalán. Pantocrator significa en griego, el todopoderoso, y en la iconografía cristiana se usa para representar al Cristo triunfante y glorioso. He pensado que esta imagen era la más apropiada para ilustrar el pasaje de la Biblia que veremos a continuación y que es conocido como "El juicio final"

Cuando el Hijo del Hombre venga con todo su esplendor y acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todos los habitantes del mundo serán reunidos en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los machos cabríos, poniendo las ovejas a un lado y los machos cabríos al otro.

Luego el rey dirá a los unos: "Venid, benditos de mi Padre; recibid en propiedad el reino que se os ha preparado desde el principio del mundo. Porque estuve hambriento, y vosotros me distéis de comer; estuve sediento, y me distéis de beber; llegué como un extraño y me recibisteis en vuestra casa; no tenía ropa y me distéis; estuve enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a verme".

Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento o sediento, y te dimos de comer y beber? ¿Cuándo llegaste como un extraño y te recibimos en nuestra casa? ¿Cuándo te vimos sin ropa y te dimos? ¿Cuándo estuviste enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?" Y el Rey les dirá: "Os aseguro que todo lo que hayáis hecho en favor del más pequeño de mis hermanos, a mí me lo habéis hecho".

A los otros, en cambio, les dirá; "¡Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles! Porque estuve hambriento, y no me distéis de comer; estuve sediento, y no me distéis de beber; llegué como un extraño y no me recibisteis en vuestra casa; me visteis sin ropa y no me la distéis; estuve enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis".

Entonces ellos contestarán: "Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento, o sediento, o como un extraño, o sin ropa. o enfermo, o en la cárcel y no te ofrecimos ayuda?. Y él les dirá: "Os aseguro que cuanto no hicisteis en favor de estos más pequeños, tampoco conmigo lo hicisteis".

De manera que estos irán al castigo eterno: en cambio los justos irán a la vida eterna.
(Mateo 25: 31-46)

Este blog recibe por título "Sígueme" y hemos caminado desde sus inicios un largo trecho juntos.

Hemos enfatizado que la invitación de Jesús a seguirle tenía un doble propósito. Primero, trabajar en nosotros para restaurar poco a poco, en un proceso que dura toda la vida, esas cuatro rupturas que el pecado, nuestra rebelión contra Dios había producido en la experiencia humana.

Nos centramos en ver cómo Dios restauraba la relación con Él. Usamos varias figuras que ilustraban lo que Jesús había hecho en este área tan importante, el hijo que volvía a casa, el reo que era declarado justo, el esclavo que era redimido y vuelto al mundo de los libres.

Después, nos centramos en el segundo de los propósitos de la invitación de Jesús, colaborar con él para restaurar el universo, para que este llegue a ser lo que Dios pretendió y el pecado impidió que fuera.

Hemos visto en profundidad cómo llevarlo a cabo. Las "armas" del restaurador son poderosas pero duras y difíciles de llevar a cabo. La práctica del bien, el perdón, la búsqueda activa de la paz, el vencer al mal con el bien, el no devolver mal por mal, fueron algunas de las que consideramos.

Pero hablamos también de actitudes. Dijimos que saber hacer el bien, es decir, tener la capacidad de reconocerlo y ver su necesidad en la vida de otros y, sin embargo, no llevarlo a cabo era pecado, el pecado de omisión.

También fuimos retados a no desentendernos. No considerar que las necesidades de un mundo roto deben ser la responsabilidad de algún otro. Jesús, a través del ejemplo del buen hombre de Samaria, nos desafía a involucrarnos y no hacernos los desentendidos.

LA MOTIVACIÓN PARA LA PRÁCTICA DEL BIEN

Hoy queremos hablar de la motivación para hacer el bien y actuar como agentes de restauración. La motivación es muy importante en la vida de las personas. Es esa fuerza interna, que puede ser mental, espiritual, emocional, que nos impulsa a actuar, que hace que rompamos las barreras más fuertes que, a menudo, encontramos en nuestra vida para salvar la distancia entre el mundo de los ideales y el mundo de la realidad.

Este pasaje del evangelio de Mateo nos provee dicha motivación. Consiste en ver a Jesús mismo en cada persona, en cada ser humano con quien interactuamos. Sin importar su sexo, orientación sexual, clase social, nivel cultural, ingresos económicos, ideas políticas o religiosas y un largo etcétera y etcétera, Jesús nos invita a ser conscientes que cada vez que ayudamos a alguien en necesidad, sea esta de tipo espiritual, emocional, social, cultural, material, física, le estamos ayudando a Él.

Pero tampoco podemos olvidar lo contrario, también claramente expuesto por Jesús. Cada vez que negamos la ayuda al necesitado, cada vez que nos desinteresamos de alguien, nos estamos desinteresando de Jesús, estamos pasando de Él, estamos siendo indiferentes a Él.

El pasaje nos indica, a modo de advertencia, que todas estas cosas no pasan desapercibidas. El contexto de las palabras de Jesús es el juicio final de toda la humanidad en el que todos, incluidos nosotros, deberemos de responder de la manera en que vivimos como agentes de restauración.

¿De qué modo puede servirte de motivación en tu trabajo como agente de restauración el saber que en cada persona estás tratando con Jesús?

¿Qué puedes hacer mañana, cuando enfrentes tu vida cotidiana, para tener presente este principio tan importante?

¿Qué puede ayudarte?

¿Qué puede estorbarte?